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ÁLBUM & BOMBÉ

Mi álbum de recuerdos infantiles es un libro en blanco.

Vivir sin recordar mi rostro.

 

¿Cómo afecta a cada persona guardar o no guardar sus fotos?

Personalmente, no tengo retratos que me muestren antes de los 12 años y cuento con muy

pocas imágenes de mí hasta los 18 años. Esto implica que sea casi imposible realizar

comparaciones entre mi hija pequeña y yo en las mismas etapas de la vida. Además, hace que

me resulte difícil recordar ciertos años de mi niñez, y los recuerdos que logro evocar parecen

ser una suerte de “relleno automático” generado por mi mente. Por otro lado, siento que la

ausencia de esas imágenes ha hecho que el tiempo sea más sanador y el olvido más amplio.

 

A través de los álbumes que personas conocidas y desconocidas nos han compartido, hemos

reflexionado sobre esta cuestión. Nos han abierto las puertas de sus hogares y de sus historias

pasadas. Para quienes poseen una cantidad abundante de fotografías, éstas les han servido

como punto de partida de sus recuerdos; en cambio, para quienes cuentan con un número

limitado de imágenes esta circunstancia les ha abierto el camino hacia la imaginación o el

olvido.

Además, es preciso destacar que cada fotografía ejerce una poderosa influencia en las raíces

visuales de nuestra identidad.

 

Afortunadamente, las fotos impresas siguen resistiendo la avalancha digital. Los momentos

vividos no tendrían que acumularse en dispositivos electrónicos, en la nube o en lugares

invisibles, donde podrían perderse entre la vasta cantidad de información que atesoramos. No

renunciemos al encanto de sostener una fotografía en nuestras manos. De tocarla.

La tecnología nos ofrece comodidad y rapidez, pero no debemos privarnos de la conexión

especial que nos brindan las fotos impresas. Disfrutemos de cada imagen, apreciemos los

detalles que nos trae recordar lo ocurrido. Podemos rescatar esa esencia, el valor de lo

palpable en un mundo virtual.

 

Sumergirse en este álbum de fotografías es precisamente eso.

Encontrar en cada imagen las emociones y las historias. Entender que la vida que hubo detrás

de esas fotos puede ayudar a la que está delante.

Intentemos resistir el paso del tiempo y quizás así reencontremos la magia, la emoción de

tener un pedazo del pasado en nuestras manos.

En un mundo con cada vez más cambios, no olvidemos guardar nuestros recuerdos de forma

tangible. Al final del día, una foto debería ser mucho más que 5 MB.

My childhood memory album is a blank book.

Living without remembering my face.

How does storing or not storing photos affect each person?

Personally, I don't have portraits that show me before the age of 12, and I have very few images of myself until

I was 18. This makes it almost impossible to make comparisons between my young daughter and me at

the same stages of life. It also makes it difficult for me to remember certain years of my childhood,

and the memories I manage to evoke seem to be a kind of 'auto-fill' generated by my mind. On the other hand,

I feel that the absence of these images has made time more healing and forgetfulness more extensive.

Through the albums that known and unknown individuals have shared with us, we have reflected on this matter. They have opened the doors to their homes and their past stories. For those who possess an abundant number of photographs, these have served as the starting point for their memories. Conversely, for those with a limited

number of images, this circumstance has paved the way for imagination or forgetfulness.

 

Furthermore, it is essential to highlight that each photograph exerts a powerful influence on the visual roots of our identity.

Fortunately, printed photos continue to resist the digital avalanche. Lived moments should not accumulate

in electronic devices, in the cloud, or in invisible places where they could get lost amid the vast amount

of information we treasure. Let us not give up the charm of holding a photograph in our hands. Of touching it. Technology offers us convenience and speed, but we should not deprive ourselves of the special connection that printed photos provide. Let's enjoy each image, appreciate the details that remembering brings us.

We can rescue that essence, the value of the tangible in a virtual world.

 

Immersing ourselves in this photo album is precisely that.

Finding in each image the emotions and stories. Understanding that the life that was behind those photos can help the one in front. Let's try to resist the passage of time, and perhaps in doing so, we will rediscover the magic,

the emotion of holding a piece of the past in our hands.

In a world with more and more changes, let's not forget to store our memories in a tangible way.

At the end of the day, a photo should be much more than 5 MB.

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